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Todas las ciudades del mundo son vulnerables al impacto de las catástrofes provocadas por el hombre o la naturaleza y cada día enfrentamos nuevos retos derivados de la inestabilidad política, los cambios climáticos y la urbanización excesiva.

Actualmente el 56% de la población mundial vive en ciudades, y está cifra aumentará a 68% para el 2050, según el reciente reporte “Safe Cities Index 2019” realizado por The Economist Intelligence Unit.

Según datos de la ONU, en 2005 sólo Tokio tenía más de 20 millones de habitantes, hoy en día 9 ciudades concentran esta cantidad de población y se espera que para el 2030 ese número llegue a 14.

Por ello, es prioridad contar con las herramientas que incrementen la capacidad de las ciudades ante los nuevos desafíos, protegiendo mejor a las personas, así como los bienes económicos y naturales de nuestras ciudades.

“Resiliencia es la habilidad de cualquier sistema urbano de mantener continuidad después de impactos de catástrofes, mientras contribuye positivamente a la adaptación y transformación” – ONU

Para 2030, de no tomar acciones contundentes para hacer las ciudades más resilientes, los desastres naturales podrían costar a las ciudades del mundo más de 314 mil millones de dólares por año y estarían llevando a una situación de pobreza extrema a mas de 77 millones de habitantes de los centros urbanos.

Estrategias para lograr la resiliencia en las ciudades

El libro; “Enfrentar el Riesgo, Nuevas prácticas de resiliencia en Latinoamérica”, propone 9 estrategias que pueden apoyar al gobierno y las organizaciones, a reducir el efecto de los desastres naturales y mejorar la calidad de vida de los habitantes.

  1. Usar la tecnología para evaluar los riesgos: realizar estudios mediante el uso de tecnología apoya a los gobiernos a establecer estándares de seguridad y decidir que terrenos urbanizar.
  2. Incorporar desarrollo urbano y territorial: las ciudades deberán actualizar constantemente sus mapas de riesgo, para identificar los espacios urbanos más vulnerables que suelen ser los barrios más pobres.
  3. Fomentar el aprendizaje y la colaboración entre ciudades: intercambiar experiencias, tanto errores como soluciones, de forma regional, nacional e internacional.
  4. Planear programas de control flexibles: la gestión del riesgo debe ser capaz de adaptarse a los requisitos y especificaciones de diferentes proyectos, circunstancias e involucrados, lo cual requiere de cooperación entre las partes para asegurar viabilidad.
  5. Salir de lo convencional: buscar estrategias que puedan hacer frente a fenómenos naturales impredecibles, con la colaboración de la población más privilegiada para proteger a las zonas más pobres, por mencionar algún ejemplo.
  6. Pensar en términos regionales: los problemas ambientales no empiezan ni terminan en los límites geográficos, por lo que las soluciones deben ampliarse a las áreas ecológicas más extensas.
  7. Usar sistemas de alerta temprana: las ciudades deben tener protocolos claros de emergencia, el monitoreo constante, la respuesta temprana y el seguimiento de dichos protocolos serán las variables esenciales para proteger a la población en caso de una emergencia.
  8. Invertir en mantenimiento de infraestructura: someter las obras a un constante control de calidad y mantenimiento, ayudará a evitar fallas que pueden acentuar los daños en una catástrofe.
  9. Integrar a todos los actores en la colaboración: agencias inmobiliarias, de planeación urbana, centros educativos, programas de gestión de residuos y gobierno, deberán trabajar en conjunto para entender y actuar adecuadamente ante los fenómenos naturales.

La ciudad de México, una de las 100 ciudades resilientes

La ciudad de México se enfrenta a diversos retos; ambientales, sociales, económicos y geográficos, además de la transformación socio-ambiental que ha experimentado y su contexto social. El crecimiento de la población y la expansión de los territorios, ha generado la sobre-explotación de recursos naturales, la desigualdad y marginación, la proliferación de asentamientos irregulares, la elevada generación de residuos y contaminantes, entre otros.

Además del cambios climático que en los últimos años han intensificado los riesgos y magnitud de las catástrofes.

Desde hace algunos años, la ciudad de México, trabaja para ser un ejemplo a nivel global en la construcción de resiliencia urbana, la meta de la estrategia es impulsar a la ciudad a trabajar sus fortalezas y debilidades estructurales, con la finalidad de mitigar las perdidas ante la presencia de fenómenos naturales e impulsar una recuperación más rápida.